LAS FAMILIAS RECURREN A LOS CRÉDITOS AL CONSUMO PARA AFRONTAR GASTOS
Las recientes decisiones del Banco Central Europeo (BCE) de aumentar los tipos de interés surten ya su efecto: estrangular gradualmente la economía con el objetivo de contener la inflación.
Si el precio del dinero va al alza, conseguir un crédito es cada vez más caro y los consumidores bajan la demanda. Dicho y hecho: los préstamos totales a los hogares suman ya 6 meses de caída interanual. Sin embargo, esta tendencia de descenso no se produce en todos los segmentos; el crédito al consumo continúa creciendo y ha acelerado su ritmo, según datos recientes del BdE.
Según datos recientes, los préstamos totales de las familias han experimentado un declive constante desde diciembre de 2022 en términos interanuales. En mayo, último mes con cifras, el saldo fue de 689.251 millones de euros, representando una caída del 2% en comparación con el mismo periodo del año anterior. El grueso de la caída está en el descenso de la financiación para vivienda, que va a la baja desde diciembre.
En cambio, el crédito al consumo, que son préstamos personales para, por ejemplo, comprar un coche o electrodomésticos, no para de crecer. En abril de 2021 inició una senda alcista interanual del 1,5% de media en cada uno de los meses. Ese crecimiento se ha disparado en 2023 hasta sumar un alza media del 3,4% en los cinco primeros meses del ejercicio.
Estas incógnitas plantean desafíos significativos para los analistas económicos y responsables políticos. Mientras tanto, los hogares enfrentan un complejo equilibrio entre la necesidad de financiamiento y la prudencia financiera en un entorno económico cada vez más desafiante.